Adiós. Adiós a nuestro futuro, porque todo ha terminado. Y
supongo que “hola” a todos esos recuerdos que siempre van a quedar conmigo y
que no volverán. ¿Recuerdas nuestros días y nuestras noches? El olor de mi
colonia de vainilla en tu chaqueta, los besos a escondidas y el querernos lo mínimo
como para querer intentarlo.
Yo no olvido tu sonrisa, soy incapaz de hacerlo. Realmente soy incapaz de olvidar cualquier milésima de segundo que haya sido contigo. Ni los mejores ni los peores momentos. Las canciones que bailamos y las risas en nuestro pequeño rincón del pueblo. La estúpida sensación de que esto podría crecer algo más de lo que creímos posible…
Pero hasta las mejores cosas tienen su fin queramos o no, y si tenía que ser así, iba a serlo. Aunque creo que han sido ilusiones poco merecidas para un corazón tan enamorado, la verdad. Porque todo comenzó con algo pequeño que se hizo un pelín más grande cada día, lo que hizo que la inocencia de unos simples “amigos con derecho a roce” acabase en dos idiotas sin saber que hacer a partir del final del verano.
Quiero suponer que le di demasiado espacio a mi imaginación, que nos creí cerca de lo perfecto y en realidad, ni la perfección existe, ni nadie nos ganaba a imperfectos, y que, al fin y al cabo, siempre le toca perder a uno de los dos, y esta vez tenía que ser yo.
Ahora, a parte de echarle de menos, tengo dos posibilidades. Llorar, cada noche junto a mi almohada, solo por no llorar durante el día, e intentar olvidar a base de tequila; o intentar sacar lo bueno, mirar atrás sin arrepentimiento, y decirme que todo volverá a ir mejor. Porque no merece arruinar el presente con más lágrimas si el pasado ha sido de lo mejor que has tenido… Así que me pinto una sonrisa y espero. Espero a que pueda ser verdadera gracias a ti o a algún otro si consigo olvidarte. Hasta entonces, te extrañaré, tenlo en cuenta.
Yo no olvido tu sonrisa, soy incapaz de hacerlo. Realmente soy incapaz de olvidar cualquier milésima de segundo que haya sido contigo. Ni los mejores ni los peores momentos. Las canciones que bailamos y las risas en nuestro pequeño rincón del pueblo. La estúpida sensación de que esto podría crecer algo más de lo que creímos posible…
Pero hasta las mejores cosas tienen su fin queramos o no, y si tenía que ser así, iba a serlo. Aunque creo que han sido ilusiones poco merecidas para un corazón tan enamorado, la verdad. Porque todo comenzó con algo pequeño que se hizo un pelín más grande cada día, lo que hizo que la inocencia de unos simples “amigos con derecho a roce” acabase en dos idiotas sin saber que hacer a partir del final del verano.
Quiero suponer que le di demasiado espacio a mi imaginación, que nos creí cerca de lo perfecto y en realidad, ni la perfección existe, ni nadie nos ganaba a imperfectos, y que, al fin y al cabo, siempre le toca perder a uno de los dos, y esta vez tenía que ser yo.
Ahora, a parte de echarle de menos, tengo dos posibilidades. Llorar, cada noche junto a mi almohada, solo por no llorar durante el día, e intentar olvidar a base de tequila; o intentar sacar lo bueno, mirar atrás sin arrepentimiento, y decirme que todo volverá a ir mejor. Porque no merece arruinar el presente con más lágrimas si el pasado ha sido de lo mejor que has tenido… Así que me pinto una sonrisa y espero. Espero a que pueda ser verdadera gracias a ti o a algún otro si consigo olvidarte. Hasta entonces, te extrañaré, tenlo en cuenta.