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martes, 20 de diciembre de 2011

.pues eso.

Coges el dardo, es negro y amarillo, lo giras un poco entre tus dedos, apuntas y tiras. Pum. Se clava en la diana. Lo desenganchas, repites lo mismo. Otra vez y otra más. Esto es bastante aburrido. Ya sé. Pondré la música, me vendaré los ojos. Ahora no acierto ni una. Repito. Ahora si, además casi en el centro. ¡Qué motivación! Repito, repito. Fuera. Paso. No puedo estar asi toda la tarde. Me siento, miro la diana, mi dardo... y pienso en que la tarde no sería tan aburrida si tuviese a alguien con quien pasarla. Mis amigos estan fuera y no tengo a ese alguien con quien pasar los días de invierno de vez en cuando. Quizás cupido vaya con los ojos vendados, como yo antes. Y no acierta, o al menos si lo hace es solo a veces. Pocas contigo. Pero no importa, si yo tiré y acerté, el también lo hará un día de estos. Cúpido y su puntería. Le voy a regalar mi dardo, esas flechas no tienen efecto.
Me levanto de la silla, lo cojo, no miro, tiro. Justo en el blanco.

Mueve los pies, relaja los brazos, baila.

Bailar, eso que hago desde pequeña, eso que consigue liberarme cada martes de el estrés semanal, ese verbo con el que defino cada canción en movimientos. El baile me ha dado libertad de expresión, sonrisas y también lágrimas. Me ha dado ganas de luchar porque me saliesen todos los pasos. Me ha enseñado a ser fuerte fuera de la pista. O a refugiarme en notas musicales si el mundo me buscaba para comerme. Me ha demostrado que soy capaz de más de lo que pienso, pero que las cosas no caen del cielo.Me ha hecho ver que el mundo está en blanco y negro, pero que si quieres, puedes llenarlo de colores con tus propios movimientos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Podría no creermelo...


Comencemos. Aunque no se por donde. Esta situación me parece tan extraña, estúpida, bonita, triste… para vidas con mala suerte. O no. Yo creí que era buena. Ya no lo sé.
Bueno, se puede observar como estoy hecha un lio, y todo por el mismo subnormal de siempre.
Yo ya había empezado a pasar del tema, a irme un poco por donde no suelo ir, y a quedar con otro (y eso es otra historia sin principio ni final…).  No es que estuviese muy convencida, pero me apetecía quedar con ese chico y olvidarme de lo demás. Es entonces cuando aquel del que no consigo olvidarme comienza a hacerme más caso. Diría que son ilusiones mías, que no me parecería extraño. Pero más gente me lo ha confirmado. Y yo, tontita perdida, colada por sus huesos, vuelvo a caer en su juego. Pero pasan estos días de puente y todo sigue bien. Cosas extrañas.
Ya no sé si ha sido un juego para reírse un poco de mí, si es que va en serio, o si simplemente nos llevamos mejor por casualidad. Como mi cerebro ya no hace caso de razones, mi corazón tiene heridas suyas por donde no las debería haber y mi persona se muere por estar entre sus brazos, ahora mismo solo quiero meterme bajo mis sabanas, y que cuando sepa si esto lleva a algún lado, salir.
Sinceramente, aun sabiendo, o al menos pensando, que esto no llegaría a ser realidad porque el destino a veces me odia, hacía tiempo que no volvía a sonreír porque si de esta manera. Seguro que acabo perdiendo, que no sucede ni la mitad de lo que he soñado, pero volver a sonreír así quizás haya merecido la pena.
…Y ya veremos que sucede. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

Historias sin, aun, un final.

Anoche la conversación cesó con un mensaje mío. Comencé a pensar junto a mi almohada que se había enfadado o algo, que pensaba que le estaba vacilando de algún modo.  Apenas le conozco, pero tengo ganas de él y necesitaba su respuesta.
Yo nunca voy a lo loco, me da vergüenza quedar a solas con alguien y más con un chico y me da miedo que pueda salir mal la tarde, entre silencios incómodos. Pero la vida no está para dejar pasar trenes y, como alguien me enseñó sin querer hacerlo, hay que ir a por lo que queremos, por muy pequeño que sea. Ahora las manos me tiemblan a ratos cuando lo pienso, pero no creo que pase nada, y eso me tranquiliza.
A las 10.30 de la mañana, tras despertarme con los pasitos de mi perro en la habitación, he mirado el móvil. Nada. Dejémoslo pasar, es más sencillo. No puedo hacer más, hasta que decida contestar… La mañana ha transcurrido, y por alguna razón me he puesto a toquetear el móvil. No tenía el internet conectado, no sé por qué. Le he dado al pequeño tic y de repente mil pitiditos han sonado. Mensajes suyos y de algún amigo más. He sonreído y he ido directa. Quiere verme. ¿Cuándo? ¿Dónde? No lo sé. Pero promete.

Intento ser esa luz que se quede en ti ..(8)

Eres mi reto. Lo he decidido tras nuestra pelea infantil de hoy, luchando porque me devolvieses lo que es mío. Y pasará el tiempo, y mil y una personas más por nuestras vidas, pero si ahora quiero algo es poder probar la miel de tus labios. Y quizás con el transcurso de los días se me quiten las ganas de ti. Pero no me importa. Te tengo entre ceja y ceja y clavada en el pecho. El paso del tiempo no podrá evitar este reto tan dulce.

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