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martes, 20 de diciembre de 2011

.pues eso.

Coges el dardo, es negro y amarillo, lo giras un poco entre tus dedos, apuntas y tiras. Pum. Se clava en la diana. Lo desenganchas, repites lo mismo. Otra vez y otra más. Esto es bastante aburrido. Ya sé. Pondré la música, me vendaré los ojos. Ahora no acierto ni una. Repito. Ahora si, además casi en el centro. ¡Qué motivación! Repito, repito. Fuera. Paso. No puedo estar asi toda la tarde. Me siento, miro la diana, mi dardo... y pienso en que la tarde no sería tan aburrida si tuviese a alguien con quien pasarla. Mis amigos estan fuera y no tengo a ese alguien con quien pasar los días de invierno de vez en cuando. Quizás cupido vaya con los ojos vendados, como yo antes. Y no acierta, o al menos si lo hace es solo a veces. Pocas contigo. Pero no importa, si yo tiré y acerté, el también lo hará un día de estos. Cúpido y su puntería. Le voy a regalar mi dardo, esas flechas no tienen efecto.
Me levanto de la silla, lo cojo, no miro, tiro. Justo en el blanco.

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