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domingo, 31 de marzo de 2013


Dentro de todas las posibles divisiones que tiene la vida, una de ellas podría ser esta. Se divide en tres. Las cosas buenas, las cosas malas, y las cosas que son suficientemente neutras como para pasar desapercibidas. Me gusta valorar la vida, todo lo que ha podido llegar a regalarme y todo lo que me queda por dar a mí. Creo que en realidad, mirándolo desde el punto de vista positivo, todo es bueno, pero que hay momentos en los que alguien te apunta con una pistola (sin ser literales) y dispara. Dispara una bala directa al corazón, cargada de odio, de celos, de olvido o de no poder olvidar, de dolor, de cuestas interminables que sientes no poder escalar, de sueños rotos y ganas de echarlo todo a perder por ninguna razón realmente válida. Pero que hemos aprendido, con el paso del tiempo, a esquivar todas las balas de la recámara de su revólver, que hemos podido crear corazas indestructibles que actuasen como antibalas. Y que cuando consigamos apartar esos proyectiles, veremos el lado bueno de las cosas. 

jueves, 7 de marzo de 2013


Llueve en Madrid. La gente corre de un lado a otro para cubrirse, parece que la capital está apunto de inundarse. Eres lista, sabías que esas nubes negras no deparaban más que lo que ahora puedes observar desde el balcón, calentita con tu sudadera favorita.
Otro día más de lluvia, otro día más para pensar. Para plantearte todos tus pasos, desde el último momento en el que te creíste realmente feliz, hasta hoy. Simplemente, días para tener la música bajita y querer apartarte del mundo.

He cambiado, esos han sido mis pasos. Me deje la inocencia en el camino entre besos prohibidos de cualquier capullo que me los ofreciese, buscando algo más que solo morder mis labios. Y perdí la dulzura de mis caricias, y la cordura de mi razón y el amor abandonado en una acera. Y ya no lo encuentro.
Tengo un vacío enorme, y dolor en las mandíbulas, de hacer fuerza para evitar llorar. Ya no aguanto estar sola entre cuatro paredes, necesito aire para poder respirar y soltar todo lo que retengo. Cada centímetro de mi piel busca cariño cada noche, el calor de alguien que de verdad me quiera como no ha hecho nadie desde hace tiempo. El olor de una colonia que me recuerde a ti, enredos  en el pelo y besos en el cuello faltan por las mañanas al despertar.

Y esa, quien busca un amor de mentira en desconocidos y ahogar las penas en copas, no soy yo. Y yo quiero volver atrás. Y no buscar, ni echar de menos, ni tener ganas de días lluviosos en los que pensar.

domingo, 27 de enero de 2013

"Y en ese momento, juro que éramos infinitos."



El otro día me planteé varias cosas. Y todo comenzó por intentar mezclar lo de “todo vale en la guerra y el amor” y eso de “si una vez le enamoraste, ¿por qué  no dos?”. Quizás algo insano para alguien que aún pretende olvidar. Pero estoy feliz y me apetece luchar. No por idiotas que me hicieron daño y por los que, aun así, daría bastante. No. Luchar por quien tuve, o pude tener en su momento, y perdí la oportunidad. Por quien hoy día me trata como a una princesa sin necesidad de que tengamos que ser nada más. El que me cuida como si fuese años más pequeña pero me respeta como si le doblase en edad. Quiero reconquistar sus carcajadas y cada centímetro de su cuerpo. Porque le he visto crecer, conmigo, a más o menos kilómetros de mí. Le he conocido hasta el fondo, al igual que él ha hecho conmigo.
Ha conseguido enamorarme antes de hacerlo. Sí, es un sinsentido. Seguramente imposible en su contexto. Pero yo me entiendo. Intento decir que, en realidad no estoy enamorada de él, pero sé que puedo estarlo, que puede conseguirlo con un rato a solas y una de nuestras miles conversaciones. Que no muero por él, pero que daría lo que fuera por pasar mi vida cerca de la suya, lo suficiente como para saber que, en cualquier momento, mi batalla contra cupido y por su amor puede volver a empezar.
Sé que es aquello que seguramente sueño sin querer y que algún día comprenderé que posiblemente sea la mejor oportunidad perdida de toda mi vida (o de la historia). Era un viaje en tren de primera clase y sin destino, con un olor a colonia que enamora y las ganas de vivir invadiendo el ambiente.  Pero supongo que entre trenes y viajes y corrientes, se puede llegar otra vez a una estación, en el norte de ninguna parte, en la que el mismo tren pase y te dé la segunda oportunidad de subirte y de dejarte perder mientras confíes en que te lleve a donde te lleve, siempre serás feliz. 

sábado, 22 de diciembre de 2012


Seguramente ya he perdido la cuenta de las veces que me han dicho que llore. Que llore y suelte todo lo que hace que cualquier momento a solas pueda ser de los peores minutos del día. Pero hasta el momento están contadas las lágrimas que he derramado, por miedo a perder la fuerza que me protege, en cada una de ellas. Y he aprendido a aguantar, aguantar hasta estallar entre sollozos. Sollozos que también reprimo.
Hoy he pensado de forma distinta. Me he pedido a mi misma llorar todo lo que pudiese. Por ti, porque piense lo que piense ya no estás, ni estarás, ni entenderás el por qué aun te sigo escribiendo letras que ni te mereces. Me he pedido gritar bajo el agua de la ducha donde nadie pudiese oír que aun duele por dentro todo lo que sonrío al salir el sol. Porque es la noche quien aguanta las horas amargas, entre sueños e ilusiones, que yo misma elimino por completo mientras me entretengo en buscar cualquier canción que pueda distraerme. Porque es la almohada quien ha sostenido esas pequeñas y cristalinas gotas que, digamos por culpa del destino, un día pude derramar.
Y ahí estaba, con la cara empapada intentando soltar las razones por las que debería haber llorado hace tiempo. Recordando como perdí de un día para otro tantas cosas. Ya no sabía si prefería llorar o ahogarme bajo el agua. Pero ni había agua suficiente ni conseguía que saliese una mínima astilla de rencor. Ni siquiera me escocían los ojos. Mi corazón ha guardado todo lo que un día me hizo daño, y ahora tengo un muro frente a mí que ni siquiera yo misma puedo romper.  

Another letter..


Como puede ser que aun pretenda dormir respirando tu cuello bajo unas mismas sabanas que nunca nos cubrieron. He sentido tanto frio estos días, tanta rabia, que solo se me ocurre echar de menos cada centímetro de tu cuerpo y cada caricia que puso la piel de gallina cualquier parte del mío.
Quiero dormirme con tus labios besándome, y que tu colonia se quede impregnada en mi ropa. Para que, cuando vuelvas a irte otra vez, pueda sentir que algo de ti sigue conmigo.
Y es que ya no se cuanto más escribirte, que mi corazón ya no puede sangrar más que cosas ya dichas, con la tinta de mi bolígrafo bic. Mordisqueado por los nervios de escribir algo que pudiese darte la próxima vez que nos encontrásemos. Cosa que dudo que ocurra.
Tampoco me considero una romántica por el hecho de no poder olvidarte. Solo porque sé que es tu culpa; que dejaste el listón a kilómetros más allá de la luna y no encuentro a nadie que cubra un vacío tan grande (como el que han dejado tus besos).
Y que si sigo escribiendo mis heridas convertidas en deseos es porque, si no lo hago, exploto.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Felicidad, te espero sentada en la acera. Esta lloviendo a mares, aun no comprendo por qué me he peinado y me muero de frío. Pero no importa, mientras seas tú quien aparezca a mi encuentro un día de estos. A pesar de todo, soy la idiota con la sonrisa siempre puesta en búsqueda de una fuerza que no encuentro en mí desde hace tiempo. Tú deberías ayudarme a encontrarla. Por eso, cuando llegues a esta calle, con los escaparates a medio colocar y una cafetería en la esquina, busca un paraguas azulado, y pregunta por quien te necesita desde que perdió el norte. Ahí estaré yo, echándote de menos.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Jaque mate.

Ya he perdido completamente la partida. Ahora toca empezar una nueva. Sin ti y con la sonrisa a cuestas. Que doler duele, pero al final, merecerá la pena.

Mónica Gae #2




Llevo casi dos horas y media escribiendo y borrando todo lo que sangro por miedo a salpicarte con mis miedos, y es irónico, pues creo que estas ya demasiado lejos incluso para darte cuenta de que sigues siendo parte de las líneas que te escribo.
Y es que huir sin mirar atrás sería menos complicado si no fuese justamente atrás donde se está quedando todo lo que pudimos ser. Yo no tengo ni tuve ni tendré tanta fuerza como tienes tú. Yo no puedo mirar tus fotografías sin tiritar de ganas de sumergirme en cada una de ellas. En esa sonrisa que me mata y me dio la vida tantas veces.
Yo no puedo leerte sabiendo que cada verso esta más y más lejos de acercarse a mí. Que lo que duele no es saber que ahora le escribes a ella, sino ser consciente de que lo haces con las mismas manos con las que un día me escribiste a mi.
(...)
No, no duermo de noche por miedo a soñarte. No lo hago porque sé que no estarás ahí al abrir los ojos, porque sé que ya no quieres volver a estar.

Este tramo de la huida esta acabando con lo poco que quedaba ya de mi. Apenas soy una hoja arrugada con un millón de tachones cobardes por miedo a no poder leerte una vez derramado tu recuerdo sobre el papel. Quizás por miedo a que tú no quieras volver a leerme a mi. Ni a escucharme tan siquiera. Duele(s).
Aún no sé cómo lo has hecho, pero me has convertido en una marioneta encadenada a tus hilos y has conseguido sublevarme a cada uno de tus movimientos. Córtamelos, o haz que vuelva a bailar al son de tus deseos.
Mira al cielo y dime cuántas estrellas ven tus ojos. Así quizás sea más fácil. Cuéntalas, y dime el número exacto porque desde donde yo estoy sólo puedo verte a ti haciéndole sombra a cualquier constelación. Me has robado la ruta a todos los planetas a donde solía huir y me has dejado sin oxígeno en una atmósfera completamente desconocida. Aquí no estas tú despeinando mis mañanas, mi pelo largo entre tus manos. No estás tú para decirme que las ojeras son la huella que dejan los sueños en los que se besa mucho. Aquí no estás tú y no te imaginas cuánto duele.
No puedo describirte cuánto dueles.
Apenas me quedan fuerzas para lanzarte esta última bengala y ni siquiera sé si estarás mirando al cielo. Necesito que mires al cielo. Estoy tirada en cualquier rincón de tu cuerpo esperando a que me encuentres para poder decirte que jamás me he alejado de ti.
Que- jamás- me- he- alejado- de- ti-.



Al leer esto, siento que, quizás, más de uno sienta lo que siento yo ahora  que no estás.


domingo, 4 de noviembre de 2012

domingo, 28 de octubre de 2012

Adiós a los onces de cada mes.


Adiós. Adiós a nuestro futuro, porque todo ha terminado. Y supongo que “hola” a todos esos recuerdos que siempre van a quedar conmigo y que no volverán. ¿Recuerdas nuestros días y nuestras noches? El olor de mi colonia de vainilla en tu chaqueta, los besos a escondidas y el querernos lo mínimo como para querer intentarlo.
Yo no olvido tu sonrisa, soy incapaz de hacerlo. Realmente soy incapaz de olvidar cualquier milésima de segundo que haya sido contigo. Ni los mejores ni los peores momentos. Las canciones que bailamos y las risas en nuestro pequeño rincón del pueblo. La estúpida sensación de que esto podría crecer algo más de lo que creímos posible…
Pero hasta las mejores cosas tienen su fin queramos o no, y si tenía que ser así, iba a serlo. Aunque creo que han sido ilusiones poco merecidas para un corazón tan enamorado, la verdad. Porque todo comenzó con algo pequeño que se hizo un pelín más grande cada día, lo que hizo que la inocencia de unos simples “amigos con derecho a roce” acabase en dos idiotas sin saber que hacer a partir del final del verano.
Quiero suponer que le di demasiado espacio a mi imaginación, que nos creí cerca de lo perfecto y en realidad, ni la perfección existe, ni nadie nos ganaba a imperfectos, y que, al fin y al cabo, siempre le toca perder a uno de los dos, y esta vez tenía que ser yo.
Ahora, a parte de echarle de menos, tengo dos posibilidades. Llorar, cada noche junto a mi almohada, solo por no llorar durante el día, e intentar olvidar a base de tequila; o intentar sacar lo bueno, mirar atrás sin arrepentimiento, y decirme que todo volverá a ir mejor. Porque no merece arruinar el presente con más lágrimas si el pasado ha sido de lo mejor que has tenido… Así que me pinto una sonrisa y espero. Espero a que pueda ser verdadera gracias a ti o a algún otro si consigo olvidarte. Hasta entonces, te extrañaré, tenlo en cuenta.

viernes, 19 de octubre de 2012

Tú.

Me encantaría poder decirte a la cara que cada vez que te miro, muero. Que me entran escalofríos si tu mirada y la mia coinciden; si me sonríes, sonrío al instante. A veces me entra la locura y lo único que quiero es verte y estar contigo, a veces me escaparía para ir en tu búsqueda, creo que estoy loca a todas horas. Seré tonta pero lo que más hago a lo largo del día es buscarte, buscarte entre la gente para que te fijes en mi y me guiñes un ojo, yo te sonría y agache la cabeza. Me embobo cada vez que te miro, no me canso y estaría así toda la vida, que da igual si te das cuenta o no, yo con mirarte soy feliz.
¿Qué cojones has hecho? En serio, ¿Qué cojones has hecho para enamorarme tanto y tan rápido? Te has convertido en mi primer y único pensamiento a lo largo del día.
Pero, ¿Qué coño hacemos, por qué somos tan tontos? Realmente nos queremos pero no pasa nada. No me tomes como una loca que quiere que las cosas vayan deprisa, para nada. Pero pienso que somos tontos, que nos merecemos ser felices, pero juntos.
Que si te veo, aunque sea a lo lejos me entra la risa tonta o mejor dicho, pongo una sonrisa de gilipollas, o quizás sea de enamorada.
Ante todo, decirte que no quiero cagarla contigo, que eres increíble! Eres tan especial, necesario e imprescindible en mi vida...
Creo que sobra decir que mis días preferidos son los de lluvia, que tengo un cierto amor a los pingüinos y que odio el bacon.
Quizás todo es más fácil de lo que creemos y lo estamos complicando, o quizás lo veo más fácil de lo que realmente es.
Olvida todo lo que te he dicho y lo que no he llegado a hacer, olvida al mundo, olvidémosle juntos. Pero ten claro que te quiero por encima de todo.

jueves, 11 de octubre de 2012

N.

"Dos meses loquito por ti."

Puedes conmigo. Déjame ser tuya... ♥

domingo, 7 de octubre de 2012

.

Dicen que no existen finales tristes, que todo tiene que acabar bien. Que si una historia ha acabado mal, es porque aún no ha llegado su fin. Que aún queda recorrido hasta ese final mínimamente feliz que hará que el día torne un poco más soleado y las ganas de reír vuelvan.
Yo creo que es verdad, que hay que pensar siempre que, caminemos hasta donde caminemos y con quien lo hagamos, lo bueno siempre nos estará esperando. Y que, de alguna manera, casi todo lo malo aporta cosas buenas, cosas que te ayudan a crecer y a no volver a equivocarte. Quizás incluso a que al final sepas quererte como te mereces. Por ello, días como hoy, en los que aún no me ha ocurrido nada que pueda desmoronarme las ideas, grito al mundo que hay que ponerle buena cara a lo malo y aprovechar y disfrutar lo bueno que tenemos. Que todos nos merecemos nuestros malos días, llorar de vez en cuando, y ponerle mala cara al espejo cada vez que lo miramos con desgana para ver lo mismo de siempre. Pero que todo tiene ese pequeño 'click' que puede provocar el cambio para llegar a ese esperado final mejor que el anterior.

martes, 25 de septiembre de 2012

Es ese momento, en el que un pequeño chasquido se activa, en el que te das cuenta de que todo está patas arriba.

Pase lo que pase, contigo siempre me tocará perder.

Ya han comenzado los días de tormenta. Y no hablo solo del sonido de la lluvia contra el cristal, acompañado de truenos y relámpagos. Hablo de que en breves esto se va a hundir más aún, y que yo voy a ser quien salga perdiendo. Como siempre. Aunque me arriesgaría diciendo que ya he perdido, al menos bastante. ¿Que mire lo bueno?¿Que sea positiva con respecto a todo lo que he pasado? Si, lo soy, lo tengo en cuenta. Y por supuesto, lo recuerdo constantemente. Pero cuesta. Cuesta pensar que tienes algo en tus manos que quieres con todas tus fuerzas y que va a desaparecer como si de humo se tratase. Cuesta creer que después de todo, sigas siendo tú la que le ha dado más importancia a esta historia y la que va a pasar meses preguntándose donde coño se esconde la felicidad, o quien cojones te la a robado...
En realidad, supongo, no debo quejarme. Hace casi dos meses me veía ahora estando como estoy. Pero porque acepte ese trato de felicidad momentánea y tortazo de gran calibre a largo plazo. Idiota... Sabias que pasaría. Sabías que el frío se llevaría sus abrazos...

lunes, 24 de septiembre de 2012

TGDT.

Nadie hace caso del agua que va después de la lluvia, cuando vuelve el sol. 
Poco importa si sobre esa agua hay lágrimas después de haber llorado, por amor, por dolor. 
El agua se evapora, vuelve al aire, a nuestros pulmones, respirando el viento que sentimos en la cara. Y las lagrimas vuelen a entrar en nosotros, como las cosas que hemos perdido, pero nada se pierde en realidad. Cada segundo que pasa, cada luna que surge no hace mas que decirnos ¡VIVE! Vive y ama lo que tu eres, como tu seas, por lo que seas. Mira en lo alto hacia el cielo, cierra los ojos. Y no te canses nunca de soñar. La vida es muy corta para no ser felices juntos. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

E.

"Vale, Paula, pues no se como lo ves pero a estas alturas no podemos desaprovechar ni un minuto así que desconecta los pocos minutos que dure tu canción favorita sobra la cama antes de salir esta noche, que te suba el animo, y sales a pasarlo genial, a divertirte con el, y a ser posible a sentirte querida por el de manera que le hagas plantearse las cosas... Pero sobretodo a pasártelo bien tu y quedarte con buenos recuerdos tu."

Para ti.


No sé cómo expresar lo que siento. Ni siquiera estando a solas y con un montón de líneas por delante que escribir. Te quiero. Si, es lo único que me queda claro. Y que no puedo evitar sentir envidia de que alguien sea capaz de hacerte reír y yo tantas veces no pueda. Pero agradezco tanto poder escuchar tu risa... Ese regalo para mis oídos que hace que te quiera más, que sea más difícil cada día que pasa porque no estoy contigo.

También sé que por tu culpa soy adicta a tus labios. A esos pequeños y dulces besos. Y a los que no son tan dulces. Esos en los que no puedo evitar morderte, tener ganas de comerte por segundos. Esos que me hacen sentir que podría darte todo lo que quisieses, que no me importaría. Aquellos que quiero en cualquier momento y que solo consigo dos veces por semana, en esas noches en las que desaparecemos sin apenas decir nada y disfrutamos del tiempo que nos queda. Y que no solo echo de menos tus besos, tus manos recorriendo mi cuerpo haciéndome cosquillas y enseñándome que no hay que tener vergüenza ni complejos… Te echo de menos a ti. A tus buenos y tus malos días. A todos los momentos en los que apareces y dejas mella. A tu sonrisa, que alegra cualquier mal momento, a tu nariz, que me encanta morder, y a cada una de las partes de ti que no te gustan y que yo no cambiaría.

Podría escribirte que tengo la imagen de nuestros dedos entrelazados, y el sonido de tu voz diciendo cosas que nunca imaginé escuchar de ti. Que mi mayor deseo es dormir contigo. Donde sea, como sea. Poder escuchar tu corazón de nuevo, que tú te pares a escuchar el mío. Que vuelvas a comprobar que por cada beso que me das, late más rápido. Que podría entretenerme solo con mirarte cada vez que dejas los ojos cerrados y estas a punto de caer dormido, y que soy fan de que me digas que serías incapaz de dormirte teniéndome a mí haciéndote compañía, de que aparezcas debajo de mi casa un día cualquiera, sabiendo lo que piensas de la distancia, y de que quepa la mínima posibilidad de que me eches de menos, aunque sea a ratos.
Y que me da rabia, que noto presión en el pecho y me quedo mirando al infinito cada dos por tres pensando en que yo te quiero más, en que yo daría tanto… En que podría pasarme el día diciéndote que me encantas aun sabiendo que seguramente no reciba la respuesta que las películas de princesas me han hecho creer que existen. Que aunque me duela, por ti sufriría durante noches en vela y días grises, en los que los celos, que prácticamente nunca he tenido de nadie, me hacen pensar que te pierdo. Que esto muere. Aunque me demuestres lo contrario. Que el tiempo no ha querido esperarme…
Por suerte la noche va después del día, y teniendo las estrellas de testigo, puedo cambiar de idea cuando vuelves a hacerme sentir la chica más feliz del puto planeta.

Todos los días de mi vida.

"Prometo ayudarte a amar la vida, abrazarte siempre con ternura y tener la paciencia que el amor exige. Hablar, cuando hagan falta palabras y compartir el silencio cuando no. Consentir, disentir, respecto al pastel de terciopelo rojo. Vivir al abrigo de tu corazón y llamarlo siempre hogar.
Prometo amarte locamente, en todas las facetas de tu vida. Ahora y siempre. Prometo no olvidar jamás que este es un amor único en la vida y saber siempre en lo más profundo de mi alma que, no importa que desafíos puedan separarnos, siempre hallaremos la forma de volver a unirnos."

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