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domingo, 9 de septiembre de 2012

Para ti.


No sé cómo expresar lo que siento. Ni siquiera estando a solas y con un montón de líneas por delante que escribir. Te quiero. Si, es lo único que me queda claro. Y que no puedo evitar sentir envidia de que alguien sea capaz de hacerte reír y yo tantas veces no pueda. Pero agradezco tanto poder escuchar tu risa... Ese regalo para mis oídos que hace que te quiera más, que sea más difícil cada día que pasa porque no estoy contigo.

También sé que por tu culpa soy adicta a tus labios. A esos pequeños y dulces besos. Y a los que no son tan dulces. Esos en los que no puedo evitar morderte, tener ganas de comerte por segundos. Esos que me hacen sentir que podría darte todo lo que quisieses, que no me importaría. Aquellos que quiero en cualquier momento y que solo consigo dos veces por semana, en esas noches en las que desaparecemos sin apenas decir nada y disfrutamos del tiempo que nos queda. Y que no solo echo de menos tus besos, tus manos recorriendo mi cuerpo haciéndome cosquillas y enseñándome que no hay que tener vergüenza ni complejos… Te echo de menos a ti. A tus buenos y tus malos días. A todos los momentos en los que apareces y dejas mella. A tu sonrisa, que alegra cualquier mal momento, a tu nariz, que me encanta morder, y a cada una de las partes de ti que no te gustan y que yo no cambiaría.

Podría escribirte que tengo la imagen de nuestros dedos entrelazados, y el sonido de tu voz diciendo cosas que nunca imaginé escuchar de ti. Que mi mayor deseo es dormir contigo. Donde sea, como sea. Poder escuchar tu corazón de nuevo, que tú te pares a escuchar el mío. Que vuelvas a comprobar que por cada beso que me das, late más rápido. Que podría entretenerme solo con mirarte cada vez que dejas los ojos cerrados y estas a punto de caer dormido, y que soy fan de que me digas que serías incapaz de dormirte teniéndome a mí haciéndote compañía, de que aparezcas debajo de mi casa un día cualquiera, sabiendo lo que piensas de la distancia, y de que quepa la mínima posibilidad de que me eches de menos, aunque sea a ratos.
Y que me da rabia, que noto presión en el pecho y me quedo mirando al infinito cada dos por tres pensando en que yo te quiero más, en que yo daría tanto… En que podría pasarme el día diciéndote que me encantas aun sabiendo que seguramente no reciba la respuesta que las películas de princesas me han hecho creer que existen. Que aunque me duela, por ti sufriría durante noches en vela y días grises, en los que los celos, que prácticamente nunca he tenido de nadie, me hacen pensar que te pierdo. Que esto muere. Aunque me demuestres lo contrario. Que el tiempo no ha querido esperarme…
Por suerte la noche va después del día, y teniendo las estrellas de testigo, puedo cambiar de idea cuando vuelves a hacerme sentir la chica más feliz del puto planeta.

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