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domingo, 20 de mayo de 2012

Como el compás de las olas.

Aún queda ese sabor amargo de lo que un día quise llamar "amor". Aquello que para muchos es cosa de dos días, para unos, toda una vida, y para otros algo inexistente. Aún queda ese regustillo a felicidad constante, esa sonrisa estúpida al mirarle de la cual más de uno se da cuenta. Está grabado, aquí dentro. Como el rumor de las olas en una caracola. Este lejos o este cerca, ese leve susurro viaja unido a ella. Y creo que me siento así. Que no sé cuanto durará esto. Que ni siquiera sé cuando empezó ni cuando piensa acabar. Pero que no quiero que termine. Que soy adicta a esa sensación de recuerdo cercano. A ese recuerdo con complejo de futuro.


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