Besos que llegan desde el cuello hasta tus labios llenos de
un perfume desconocido. Caricias sin esa dulzura que tanto me gusta. Algo pasa.
Él lo sabe, pero intenta actuar como si nada. Quizás sean cosas mías. Pero no
lo son. Y la chica que acaba de bajar en su estación de metro lo sabe. Ella
también ha probado hoy sus labios. Ella también nota palpitar su corazón más
fuerte. Seguramente no estén tan acelerados por la misma razón. Y es que esa
chica, la de la sonrisa de oreja a oreja y, ahora que lo noto, pintalabios
sabor fresa, está loca de… ¿amor? Por haberle conseguido. Y yo, yo noto que se
me humedecen los ojos mientras el introduce su mano por debajo de mi camiseta.
Palpitaciones a mil por hora que solo hacen que me ponga más nerviosa. No
quiero perderle. “¿Quién es ella?” le susurro al oído. El tiempo se para. Como
un infarto. Noto que me mareo mientras espero una respuesta.
Él aparta sus manos y me mira. También tienes los ojos a punto de llorar. “Perdóname” dice intentando no soltar las lagrimas que asoman por esos ojos oscuros que no son capaces de mirarme. “Solo sé que no es nadie mejor que tú. Pero que no pude evitarlo. Que te quiero a ti, pero que ella consigue que haga todas esas estupideces que no quiero hacer. Que no merezco haberte besado otra vez. Pero que no puedo evitar necesitarlo. Perdóname, perdóname por favor…”
Y lloró, como un niño pequeño.
No sé si se arrepiente, si es verdad lo que dice…
Él aparta sus manos y me mira. También tienes los ojos a punto de llorar. “Perdóname” dice intentando no soltar las lagrimas que asoman por esos ojos oscuros que no son capaces de mirarme. “Solo sé que no es nadie mejor que tú. Pero que no pude evitarlo. Que te quiero a ti, pero que ella consigue que haga todas esas estupideces que no quiero hacer. Que no merezco haberte besado otra vez. Pero que no puedo evitar necesitarlo. Perdóname, perdóname por favor…”
Y lloró, como un niño pequeño.
No sé si se arrepiente, si es verdad lo que dice…
No hay comentarios:
Publicar un comentario