Y que por mucho que no nos guste, y aunque queramos seguir luchando, tenemos que agachar la cabeza y comernos lo que nos toque. Tal y como venga.
No es fácil tragarse el orgullo, ni aguantar las lágrimas por la impotencia de no poder seguir adelante... Pero tenemos que ser fuertes. Sea como sea y con la mirada en nuestros pies.
Pero algo es seguro, no pienso volver a perder la próxima batalla.
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