Ahí me tenéis en uno de esos días
en los que nadie te coge el teléfono
y las paredes se te echan encima.
Yo sé que siempre hay salida,
pero saber que todo irá mejor
no quita que me sienta hecho una porquería.
Pasan los años, los proyectos, los sueños...
¿Recuerdas cómo querías ser cuando eras pequeño?
Crecer es darse cuenta
de que la vida no es como quisieras que fuera.
Todo es mucho más complejo.
Responsabilidades, luchas, deberes...
Sonreír cuando no te apetece...
Mentir para no hacer daño a la gente que quieres.
Fingir cuando perfectamente sabes que te mienten.
¿Merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?
¿Por qué terminé haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre me sentí diferente?
He sido un cobarde disfrazado de valiente.
Siempre pendiente del qué dirá la gente.
Escondo mis miedos para parecer fuerte.
Pero ya no más, es hora de ser consecuente porque...
Porque creo que lo he visto, amigo, y...
Quizá la clave para ser realmente libre sea:
Reír cuando puedas
y llorar cuando lo necesites.
No hay comentarios:
Publicar un comentario